Las
gotas del silencio viajan sin gravedad alrededor de mi alma, la luz deja de ser
escuchada por mis sentidos, y en una sensación de dulzura y soledad, me ahoga
la lluvia de los sonidos eternos.
No
sé quién soy, pero observo la magia de lo que experimento, todo es como un
baile de imágenes que cobran vida. Los colores se escuchan al nacer, y los
sabores, son como melodías que viajan en millones de mariposas hacia mi frente.
Comienzo a ver un mar lleno de soles, rompen las olas, y en un fino polvo, nace
mi consciencia infinita, una espiral de átomos brillantes y viento
dorado. Soy un viajero del tiempo, que ha cruzado el umbral de los segundos
cíclicos y mortales para descubrir lo que yace en la eternidad.
No
necesito recordar la envoltura temporal que alguna vez tuvo carne, huesos y un
nombre; sé qué soy, sé que existo, y en dicha percepción, contemplo un arpa de
oro que toca en los latidos de mi corazón, que vibra tan poderosa como la
rotación que hace girar los planetas, y enciende tan fuerte como un cielo en
donde danzan estrellas de fuego.
Aunado
a mis latidos, toca la melodía del vacío, me murmura en besos de mercurio
bellos mensajes; sé que no estoy sólo, sé nunca lo estuve, pero presiento que
todo aquéllo que estoy observando, alguien más lo está haciendo, es como si mi
esencia al mirar todo, se reconociera a sí misma y despertara nuevamente en
cánticos angelicales que la bañan de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario